Ser alcalde no era el deseo de Ariza, confiesa Ana Sáenz —su esposa de los últimos cuatro años— dentro de una bodega que se ubica en una esquina de la Plaza de Armas.
Eran tiempos en los que la vida de Ariza era sencilla. La Bodega de Panchito, como lo conocían, era un punto tradicional del pueblo, en la cuadra dos del jirón Túpac Amaru. Ahí atendía Ariza, a quien los samanquinos guardaban afecto por ser un hombre interesado en el desarrollo del distrito.
Una vida sin complicaciones hasta que apareció Jaime Casana Escobedo, aspirante por Somos Perú a la alcaldía del distrito en 2014. No era un novato: Ya tenía varias gestiones como autoridad municipal. Para las últimas elecciones, formaba su plancha de regidores y quedaba una plaza libre.
Le extendió al bodeguero la invitación para unírsele como su regidor principal. Por esos días, su segundo hijo, Francisco Ariza Moreno, que residía en Chile, recibió la llamada de su padre, quien le informó sobre la propuesta de Casana, la cual luego aceptó.
«A mí nunca me gustó la idea de que sea regidor porque ese Casana me daba mala espina, sentía que algo oscuro traía», recuerda Francisco Jr.
Casana salió ganador en los comicios municipales en octubre, pero el festejo le duró poco: la Corte Suprema confirmó que el electo alcalde se encontraba sentenciado por el delito de colusión por una obra realizaba durante su anterior gestión en Samanco. El Jurado Nacional de Elecciones lo inhabilitó mediante resolución Nº 0008-2015-JNE.
Francisco Ariza Espinoza, al ser primer regidor, asumió el cargo, sin mucho ánimo. «¡Pero si yo no sé de política! ¿Cómo voy a asumir?», le dijo en la trastienda a su esposa, pero al final se resignó: tenía la esperanza de que los problemas de Casana con la justicia se solucionasen pronto.
Francisco Jr. afirma que la relación entre su padre y Casana se resquebrajó desde que Ariza juramentara como alcalde en la Plaza de Armas del distrito en enero.
Ese mismo día también experimentó el hostigamiento de los concejales aliados con Casana: Fanny Mallqui Huamán, Jhonatan Solís Haro, Carlos Bedón Pérez, Fanny Medina De La Rosa y Noemí Rubina.
Los ganadores, nos cuenta Ana Sáenz, juraron por Casana en lugar de por Ariza. Para empeorar las cosas, el grupo abandonó la ceremonia pública y no retornó pese a que una trabajadora de la municipalidad los siguió para persuadirlos de volver al estrado.
«Yo estaba allí. Mi esposo se sintió incómodo porque quedó sólo con el gobernador, la jueza de paz y los ronderos de Huambacho. Ellos no se movieron para que Francisco no quedara en vergüenza», detalla.
¿Qué motivó la hostilidad de Casana y sus regidores hacia la nueva autoridad? El comandante de la Policía, José Revelo, menciona al abogado Carlos Bazán Castro como respuesta a la anterior pregunta.
Revelo afirma que, fruto de las investigaciones, se descubrió que Bazán Castro ejerció como financista de la campaña de Casana. Era una actividad recurrente para este abogado: lo mismo hizo en Supe Puerto, donde invirtió más de 100 mil soles con el mismo fin.
«Él invierte en potenciales alcaldes para luego exigir la devolución y la administración de construcciones, licitaciones públicas o colocar gente de su confianza en los municipios», determina el comandante.
Pero al llegar Ariza al poder, continúa, éste no accedió a las presiones de Bazán y Casana de poner personas leales a ellos en las gerencias.
Al mencionar el apellido Bazán, el hijo del alcalde Ariza recuerda lo que su padre le contaba: «El único huevón que me quiere hacer algo es Bazán porque ha invertido plata en la campaña. Me cita para ‘arreglar’, pero no le hago caso».
Los regidores hacían su parte también, agrega Revelo. No acudían a las reuniones del municipio y, cuando lo hacían, se oponían a toda propuesta del inexperto alcalde. Su viuda confiesa que, pese a esa rebeldía al unísono, su marido no les guardaba rencor pues comprendía que, al ser regidores jóvenes, estaban influenciados por Casana y Bazán.
«Cuando vean que trabajo bien y que me apoya el pueblo, se darán cuenta de que están en un error», le expresaba a su esposa entre cuatro paredes. «Pero ellos nunca le dieron la oportunidad», lamenta hoy Ana Sáenz.
El 20 de octubre, Ariza almorzó con su esposa y se marchó con su asesor, Henri Aldea, hacia la fiscalía de Nepeña: Tenía que responder ante una denuncia por usurpación de funciones que interpusieron sus propios regidores ya que, argumentaban, no contaba con las credenciales respectivas durante las gestiones de la venta de terrenos en el balneario de Besique. Una venta por 10 millones de soles.
«Lo que buscaban —explica Revelo— era inhabilitarlo por medio de la denuncia. Además era una venta apetitosa para quien llegara al poder, luego».
Tras pedir una nueva reunión, el alcalde y su asesor partieron en un Renault —propiedad de Aldea— con dirección a Samanco. En el kilómetro 2.700 de la Carretera de Penetración, el conductor sobreparó al pasar sobre un rompemuelles.
Escondido en un kiosco, al lado del camino, irrumpió un sicario menor de edad, conocido como ‘Cumpita’, y con un revolver atacó a los ocupantes del vehículo. En segundos, se unió otro sicario, que llegó en un automóvil Suzuki. Tras herir de muerte a la pareja, procedieron a incendiar el vehículo y huyeron.
Revelo se pregunta a quién beneficiaría más la desaparición del alcalde. Tras el asesinato, asumiría la alcaldía Fanny Mallqui Huamán, regidora aliada de Casana. Entonces, explica el comandante, el inhabilitado ex alcalde podría manejar los hilos de la gestión detrás del telón.
«Los regidores se reunían en la casa de Casana. Incluso el día del asesinato, antes de ir a la fiscalía de Nepeña se reunieron en su casa. Había una permanente coordinación entre ellos que no tenía lugar porque Casana ya no era alcalde».
Otro detalle: Cuando los regidores en la fiscalía de Nepeña se enteraron de la muerte de Ariza, no se sorprendieron.
Para la Policía fue cuestión de días identificar, gracias a cámaras de seguridad en la Panamericana Norte, las placas de los dos vehículos implicados, y terminar por hallar a los 5 autores materiales. Recibieron una paga entre 800 y 5 mil soles, mientras que el intermediario, Marcos Andrés Marquez Julca (a) ‘Chileno’ se llevó lo que restaba de los 80 mil soles, que obtuvo de los presuntos autores intelectuales.
Con las confesiones de los sicarios, el 11 de este mes se procedió a dictar prisión preventiva de siete meses a la alcaldesa Mallqui y sus concejales por el Quinto Juzgado de Investigación Preparatoria de la Corte del Santa.
Tanto Jaime Casana Escobedo como Carlos Bazán Castro están prófugos. La familia de Casana afirma que el patriarca sufre de cáncer de colon y someterlo a prisión preventiva sería fatal para su salud. Además indican que la investigación carece de rigor.
Sobre el techo de la municipalidad de Samanco, flamea una bandera blanca con la palabra ‘PAZ’, estampada. Las tres letras azuladas lucen desteñidas y con tendencia a desaparecer. Es lógico: mientras los dos principales sospechosos de la muerte de su alcalde no se entreguen a la justicia, nunca volverá la paz en el pueblo.
El INPE ha ordenado que Fanny Mallqui Huamán y sus cuatro regidores sean trasladados a los penales de Piedras Gordas (Lima) y Challapalca (Puno). La fiscalía descubrió que en el penal de Cambio de Puente, en Chimbote, donde están, hay 5 personas de la misma organización criminal.
El JNE comunicó ayer que suspendió a Mallqui Huamán y sus regidores. Y convocó a Dora Loloy, César Castro, Érick Cayetano, César Guima Soto, Ederson Escalante y Elsy Naveda para que provisionalmente los reemplacen.
Renato Arana/larepublica.pe