La Fiscal Penal de Nuevo Chimbote, Sara Chira Tello dejó en libertad a Liz Analy Panduro Tanchiva (26), Angélica Dina Rojas Flores (19) y Nelsy Noel Cruz (20), que permanecían detenidas por la muerte de la misionera italiana Nadia de Munari.
Mientras que el asesino confeso Moisés López Olórtegui, la Fiscal solicitará prisión preventiva por 9 meses.
Confesión ante la Fiscalía
“El 20 de abril a las 9 de la noche me encontraba acostado en mi cama pensativo porque desde hace mucho necesitaba un celular, entonces me acorde que en la casa hogar (Mamma Mía) dejan los celulares en la entrada de los dormitorios, por eso decidí ir porque se encuentra cerca de mi casa”.
“Puse mi alarma a la 1 de la mañana, me dormí cerca de las 9:30pm y me levanté a la 1 de la mañana del 21 de abril, salí de mi casa con una mochila, que contenía un martillo para abrir las puertas y una linterna para alumbrarme. Estando en la casa hogar, afuera todavía, no tenía idea por dónde entrar por lo que me puse rondar, buscando por dónde entrar es así que ubique una puerta bastante accesible para trepar y logre entrar”.
“Fui caminando a ciegas, revisando los cuartos, habitaciones y ambientes pero todos estaban vacíos hasta que llegue a una casa bien alta, busque una entrada pero todas las puertas estaban cerradas entonces busque la forma de trepar, encontrando un murito roto, así que por ahí me apoye para subir al techo. Logré ingresar por la lavandería, mientras caminaba me di cuenta que mis zapatillas hacían demasiada bulla, por lo que me las quité y la dejé en el piso de lavandería, luego sin zapatos, ingresé y vi en la puerta de los dormitorios dos cajas que contenían celulares, empecé a buscar aquellos celulares que no estuvieran con patrón o clave algunos estaban apagados y no lo prendí porque iban a sonar al encenderlos. De todos los celulares que revise, encontré sólo uno que no tenía contraseña, así que dije bueno me voy”.
“Me fui al segundo piso para salir por donde había entrado, en esos momentos vi una luz prendida, entonces decidí indagar un poco por lo que subí hasta el tercer piso, estando allí vi que la luz era una vela de la capilla, ingrese me senté un rato y al salir observé una puerta junta, caminé un poco y pude ver por la luz de la luna que había un teléfono que se encontraba sobre un escritorio, tomé el celular con mi mano izquierda y la linterna alumbró toda la habitación, esto hizo que yo escuché el sonido de la cama, como que alguien se sentara, solté el celular, inmediatamente apagué mi linterna, pero la luz de luna que alumbraba reflejaba mi sombra, entonces una persona de sexo femenino grito fuertísimo, yo entré en pánico y lo que atine en agarrar el martillo y golpearla en la cabeza unas cuantas veces, ella se cubrió para evitar los golpes colocando sus antebrazos sobre la cabeza, esto lo sé porque escuché el mango del martillo chocaba con algo duro, luego se desvaneció en la cama con los brazos flexionados sobre la cabeza, pero también como quiera que yo escuché que ella empezó hacer ruido como ronquidos al respirar (como ahogamiento) decidí darle unos cuantos golpes más, salí de la habitación dejando la puerta entreabierta”.
“Bajé al segundo piso, me fui por la lavandería para recoger mis zapatillas y seguí bajando el primero, estando allí limpié mi martillo manchado de sangre con la arena, lo guardé en mi mochila junto con mi linterna y me fui hasta la escalera de madera que había dejado al ingresar, crucé el muro y me quede un rato parado pensando por donde ir, ya que había muchos perros que me podían ladrar y hacer bulla, así que me fui por el cerro y logré bajar al camino principal”.
“Mientras caminaba a mi casa saqué el celular con carcasa rosada, el cual no tenía patrón o clave, bote la carcasa a un techo y me puse a revisar el WhatsApp, luego saque el otro teléfono celular, lo prendí pero me di con la sorpresa que tenía clave y no podía manipular, entonces apagué ambos teléfonos y los guarde en mi mochila. Mientras caminaba hacia mi casa iba pensando que excusa le podía decir a mi esposa por si se daba cuenta que me había ausentado durante toda la madrugada, no encontré ninguna excusa válida, entonces ingresé a mi casa sin hacer bulla, vi a mi esposa durmiendo, me fui a la parte de atrás para lavar el martillo solo con agua pero tenía planeado echarle tinner, removedor de óxido, algo que mate el ADN pero no lo hice por desidia, me quité la ropa y me eché a dormir, pero no pude dormir pensando en lo que había hecho”.
“A las 6:00 horas del 21 de abril, me levanté y lo primero que hice fue meter el pantalón en una bolsa negra, luego a mi mochila y me fui a trabajar. Cuando estaba cerca al jardín Vista al Mar, boté la bolsa que contenía mi pantalón, al día siguiente hice lo mismo con la chompa, pero esta vez lo boté 3 cuadras antes. De la misma forma me deshice de mis zapatillas. Después de una semana, le di el teléfono que no tenia patrón a mi esposa, ella me preguntó de donde lo conseguí y le dije que lo había comprado por ahí. Entre el 28 de abril y el 1 de mayo fui a un técnico que desbloquea teléfonos para que desbloquee el equipo que me había llevado del cuarto del tercer piso, le entregué el celular con carcasa y en una hora me lo devolvió desbloqueado, sin su carcasa. Recuerdo ese día era sábado, quedamos en que el lunes iría a recoger la carcasa, nunca lo recogí. Ese dia le entregué el celular a mi esposa ya desbloqueado, ella me pregunto de donde lo había conseguido, a lo que respondí que lo había comprado por Facebook. Desde esa fecha, ya lo estamos usando”.