Para el presidente y gerente general de Antamina, Víctor Gobitz, indicó que el Perú tiene fortalezas geológicas y macroeconómicas para atraer inversiones, pero «el Estado no ha sido eficiente ni eficaz como todos hubiéramos querido, pero la minería no se puede quedar solo en la tribuna». Durante su participación en el desayuno «Minería: Un impulso para el desarrollo económico en el Perú», organizado por la Cámara de Comercio Peruano-Chilena, sostuvo Gobitz Colchado que la crisis gubernamental, «que no nace con este gobierno», necesita de la participación activa de los empresarios mineros.«Como sector, tenemos que ser parte de la solución», sostuvo. «Una propuesta es la meritocracia».
También sostuvo que «el canon se distribuye de manera muy inequitativa» pues «privilegia al distrito en donde está la mina; uno mira el distrito de San Marcos [Áncash, en donde opera Antamina], millonario». «El segundo criterio es la provincia en donde está asentada la mina, provincia de Huari, segundo millonario», dijo. «Y el tercer criterio, y acá viene lo difícil, es densidad poblacional. El tercer distrito que más dinero recibe por la actividad de la mina [Antamina] se llama Nuevo Chimbote, que está al norte de Chimbote y no tiene nada que ver con minería».
La ausencia de armonía social —refiere Gobitz— frena el avance de la cartera de proyectos mineros, lo que se traduce en menos inversión y recaudación de impuestos, perjudicando el cierre de brechas socioeconómicas en las zonas altoandinas. Antamina produce 600,000 toneladas de cobre equivalente al año.
De acuerdo con Gobitz Colchado, la minería peruana resalta por su capacidad de promover políticas públicas que potencien a esta industria y que logren un impacto cada vez mayor en el bienestar de nuestra sociedad, por lo que es importante fomentar un debate maduro que postule a la minería como un catalizador del desarrollo de todo el territorio.
En el Perú, la contribución tributaria de la minería se ha multiplicado por tres respecto al 2020 y se ha multiplicado más de dos veces lo que se aportó en el 2019 gracias a los altos precios de los metales, principalmente del cobre, el oro, el zinc y la plata. Pero los precios de los metales son cíclicos, y si llegan a las nubes, probablemente el futuro más próximo es a la baja. Pero el país no ha podido convertir su cartera de proyectos de US$53,000 millones en inversiones concretas salvo Quellaveco, cuya ejecución la aprobó el directorio de Anglo American en 2018, antes de la elección de Pedro Castillo como presidente. Desde el Banco Central de Reserva han encendido las alertas y dicho que si no aparecen más proyectos mineros en el horizonte, la inversión en este sector se resentirá un 16% en 2023.
Perú no es la única jurisdicción minera en el mundo: compite por atraer inversiones con países como Canadá, Australia, Chile, Estados Unidos y muchos más. Perú es el segundo máximo productor de cobre y, en un escenario de precios altos como el actual, habrá inversión para sostener la vida de las operaciones y sus niveles de producción, sin embargo, los desembolsos en proyectos nuevos serán escasos.