La realidad política peruana no admite eufemismos: el país se encuentra en un estado de emergencia institucional y social. Hoy, el Congreso de la República opera como una «gavilla» de partidos que han secuestrado la gobernabilidad para su propio beneficio, consolidando una nefasta «repartija» de ministerios y organismos clave del Estado.
EL COLAPSO INSTITUCIONAL: LA GAVILLA DEL CONGRESO
La debilidad de la figura presidencial, a menudo sin una base política propia, es el síntoma de este mal. El verdadero poder reside en un puñado de líderes partidarios que, desde el Legislativo, negocian y controlan el Ejecutivo.
NO ES UNA ALIANZA IDEOLÓGICA, SINO UN PACTO DE IMPUNIDAD Y CUOTAS DE PODER
Partidos de todo el espectro —desde APP de César Acuña y Fuerza Popular de Keiko Fujimori hasta Perú Libre del sentenciado Vladimir Cerrón, pasando por Renovación Popular de Rafael López Aliaga, Podemos de José Luna y ahora el cuestionado «País para Todos» (de Vladimir Meza), han convertido la función pública en un botín.
Los «niños» de Acción Popular y los representantes de ONG de Juntos por el Perú, se suman a esta dinámica que prioriza el interés partidario sobre el bienestar nacional.
Esta repartija ha destruido la meritocracia, paralizando la gestión pública en un momento donde el país clama por soluciones.
LA IMPUNIDAD Y LA CRISIS MIGRATORIA
Mientras el Congreso desmantela al Estado, la delincuencia y la extorsión avanzan sin control.
La frustración ciudadana es doble: no solo se sufre el crimen organizado, sino que se denuncia abiertamente la inacción de la Policía Nacional del Perú (PNP), con la terrible sospecha de que la institución conoce a los responsables y no actúa con la contundencia necesaria.
A esto se suma la herida abierta de la crisis migratoria y la seguridad fronteriza. Es un hecho lamentable que gobiernos anteriores, como los de Pedro Pablo Kuczynski y Martín Cornejo, facilitaran una política de fronteras laxas.
Esto permitió el ingreso de mafias internacionales como el Tren de Aragua y de una cantidad significativa de extranjeros que se dedican a la criminalidad, extorsión, trata de personas y otros delitos.
LA EXIGENCIA Popular está CLARA: expulsión inmediata de todo extranjero con antecedentes penales y un resguardo fronterizo militarizado para impedir que el crimen organizado siga utilizando el Perú como su base de operaciones.
¿QUÉ HAREMOS LOS ELECTORES EN LOS POCOS MESES DE CAMPAÑA ELECTORAL?
El panorama electoral es desolador: una plétora de partidos débiles y sin rumbo, muchos de ellos con dueños denunciados por corrupción; han pasado más de 200 años y todavía no hemos aprendido la lección.
Los electores se sienten atrapados, sin saber a quién otorgar su voto.
Ante este vacío de liderazgo, surge la pregunta recurrente: ¿saldrá un outsider con el poder suficiente para cambiar esta crisis política?
El peligro de un outsider es que, si bien puede capitalizar el hartazgo popular, a menudo carece de la experiencia y el equipo técnico necesario, repitiendo el ciclo de inestabilidad (podría ser más de lo mismo).
La verdadera lección para el elector peruano no es esperar un salvador mesiánico, sino exigir una reforma política profunda y votar con rigor cívico.
La única manera de desmantelar esta «gavilla» es negándoles el poder en las urnas y forzando la renovación real de los liderazgos, no solo de los nombres.
La crisis actual es una invitación a la reflexión y a la acción informada, antes de que el secuestro del Estado se vuelva permanente.

