Los ejemplos abundan y han sido ampliamente estudiados en las más importantes escuelas de negocios: marcas que solían gozar de gran éxito y solían ser líderes en sus segmentos, pero de pronto empiezan a perder presencia y, víctimas de su propio éxito, terminan absorbidas por otras o simplemente quebrando y desapareciendo. Su error: haber perdido el tren de la innovación.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Blockbuster, gigante del alquiler de películas que llegó a tener más de 8,000 tiendas, 25,000 empleados solamente en Estados Unidos y una facturación de cerca de US$12,000 millones. A inicios de la década del 2000, los ejecutivos de Blockbuster tuvieron la oportunidad de comprar una pequeña startup llamada Netflix, fundada en 1997, que inicialmente distribuía DVDs por correo postal pero empezó a incursionar en un negocio por entonces incipiente: la difusión de películas a través de internet.
Comprar Netflix le hubiera costado a Blockbuster “apenas” 50 millones de dólares. Sin embargo, los ejecutivos desestimaron la adquisición. Subestimaron el potencial de la nueva tecnología y cómo esta iba a cambiar al mercado. Cuando se dio cuenta, ya le habían sacado demasiada ventaja. En 2010, Blockbuster se declaró en bancarrota. Netflix, en cambio, ya tiene más de 81 millones de suscriptores en todo el mundo y vale alrededor de US$8,000 millones.
Otra empresa que pagó el precio de sobreestimar el valor de su liderazgo y no aprovecharlo para innovar fue Kodak. Ahora, que está prácticamente quebrada, cuesta creer que fue esta empresa la que desarrolló la primera cámara digital, nada menos que en 1975. Era una máquina de apenas 0.01 megapixeles y más de 3 kilos de peso. Pero la dirección de la empresa no prosiguió con la apuesta. Se sentía bien cómoda con su negocio de venta de rollos de película. Ahora, está prácticamente quebrada.
Mantener la mente abierta a la innovación es, más que nunca, una obligación para todas las empresas, pues es la única manera de asegurar sus sostenibilidad en el largo plazo. No importa qué tan sólido sea su liderazgo actual, las tendencias cambian con gran rapidez y pueden dejar a cualquier negocio descolocado. Y no hay mejor momento para innovar que cuando eres líder y tienes los recursos para invertir en la siguiente apuesta, aunque esta pueda implicar cambiar de raíz la naturaleza del negocio.(rpp)
